"Allí en donde haya una pizzería, cabe una patellería" (o eso dicen en su web, aunque no se yo...) Si no sabes lo que son las patellas (y tienes tiempo) se lo preguntas a Norberto.
AC:Agradable restaurante de curiosa decoración, (nosotros comimos en una especie de biblioteca y había otra sala con ropa tendida O_o) en el que, tras llamar a la puerta, como si de un lugar clandestino se tratase, nos sentaron en un acogedor salón-comedor exclusivo para la Cena Colegas.
Claramente la apuesta de este restaurante es por las paellas, a las cuales les han dado una vuelta de tuerca para diferenciarse, llamándolas "patellas" y sirviéndolas al centro de la mesa (como en muchos sitios de Valencia) en una sartén ancha y baja de cobre macizo, con chasis de acero inoxidable y recubierta de cromo (tal y como indican en su web).
Tras los saludos efusivos de este maravilloso encuentro mensual, el dueño, Norberto, con su parece ser que característico "palique" nos soltó una detallada descripción de la historia y milagros del restaurante para seguir con los platos y su concepción y porque le paramos... :)
Entrantes: Destaca el salmón ahumado a la brasa o marinado que según Norberto "no se qué de su mujer" y porque le paramos... pero estaba realmente bueno. También ensalada de tomate (que sabía a tomate!) setas ricas y berenjenas que no recuerdo...
Segundos: Patellas (paellas) en recipiente de cobre al centro para compartir. La de marisco espectacular y la otra me gustó menos.
Postres: Ni me acuerdo... Surtido "cue(s)tara"
Vino de la casa (dentro del menú) sin pena ni gloria
Otros: Lo peor fue el precio (55€ por persona) y que el menú estaba cerrado por lo que no pudimos conocer las virtudes de la carta, aunque supongo que nos sirvieron lo más característico del lugar. Como aspecto positivo, mencionar que tiene un garaje junto a la puerta, gratis para los clientes (lo que es de agradecer ya que en la zona no es nada fácil aparcar).
Puede ser un buen restaurante para invitar a comer a tus suegros... ein?
Puede ser un buen restaurante para invitar a comer a tus suegros... ein?
Precio: 55€ por persona sin copa (menú cerrado sin carta). Como diría GV: "A septiembreeeee"
Ausentes: Pleno! La gente de media tiene 4 amigos, nosotros somos 10
Fecha: jueves 18 de febrero de 2016
Datos del restaurante:
Calle Benigni Soto 9, Madrid
Tlf: 91 413 33 56 / 91 416 93 57
Opiniones de otros "comensuales":
GV:
Restaurante de Arroces que para una cena no encaja. Aunque el arroz estaba bien, tanto en la presentación como en el sabor...PERO...poner arroz largo en la paella de marisco pelado es imperdonable y el otro arroz a mi gusto un poco duro.
En fin! un restaurante con una carta muy reducida y con pocas alternativas... salmón ahumado/brasa, ensalada de tomate, setas con huevo y berenjenas con carne, dos arroces (que ni se acabaron!!), vino de la casa cobrado a precio de renombre!! y cervezas...con un surtido de postres 55€!! Un resultado normalito y caro...encima sin copa!!
Lo mejor...el resturante agradable y la compañía...eso nunca falla!...cena de colegas for ever!!
JF:
La velada empieza bien, el parking está pegado al restaurante. En la zona, oscura y poco agraciada. Una tímida llamada de aldaba abre una puerta en la que reciben como en casa. Literal puesto que toman mi abrigo y lo ponen en un armario de los de antaño justo en la entrada.
El comedor hace las veces de rincón de lectura y contemplación con una gran foto de los arrozales familiares que ofrecen la materia prima de la que se nutren las patellas.
Cervezas frías, de tercio, nada de barril. Servicio atento y explicaciones pertinentes. Se ve que se las han pedido muchas veces y ya no se les tiene ni que preguntar. Pero nos sueltan toda la retahíla de datos sobre la familia, la casa familiar, la idea, las recetas incluso con muestra en vivo de los aperos utilizados para su preparación… interesante, sí, pero quizás excesivo.
Menú degustación, entiendo que la mejor forma de entrar por vez primera a Casa Benigna. Así me lo tomo.
De los entrantes destaco dos: el salmón y las costillas. Mezcla a priori llamativa por lo de mar y montaña, pero que no hace sino sobresaltar las bondades de uno y de otro. Sabores intensos, con delicadeza y sutileza en boca a la hora de degustarlos. Todo un gusto.
Ordenamos un par de patellas (aquí se trata de hacer el arroz no en paella, sino en patella). Invento propio que permite hacer el arroz en tiempo y formas más parecidas a como se hacen las pizzas. La mecánica ¡no el sabor!
De bogavante una, con arroz basmati o asiático. De la tierra la otra, con arroz redondo, no recuerdo la variedad. Si no recuerdo mal, la autóctona de la familia. A mi entender, éste (a pesar de estar un poco entero) mucho mejor que el primero, al que no logro pillarle el punto. No hoy, sino cada vez que lo he probado. No le pillo la gracia al basmati, la verdad. Presentación impecable, pero sobró arroz. Para bien y para mal, no digo más.
Los postres no pasarán a la historia de nuestras cenas y aunque es cierto que el vino (el de la casa) se dejaba beber y que no pasamos sed, tampoco será recordado. Mencionar que tuvieron el detalle de invitarnos a una botella de champán (que no cava) y que además estaba bien frío.
Fue terminar de tomar la copa de rigor lo que nos dio pie a brindar, a esa hora ya sí, por mi 44 cumpleaños.
No se puede dejar pasar otro punto, el parking quedó a cargo del restaurante, esto sí que es diferencial.Terminando como es costumbre, en el Rowland con Nano y Chaflis.
Lo que no termina de cuadrar en mi opinión es el precio… es raro, porque no puedo decir que hubiese algo malo en ningún punto. Pero se me antoja 5 o 10 euros excesivo.
Lo mejor, la compañía (esto no cambia).
GV:
Restaurante de Arroces que para una cena no encaja. Aunque el arroz estaba bien, tanto en la presentación como en el sabor...PERO...poner arroz largo en la paella de marisco pelado es imperdonable y el otro arroz a mi gusto un poco duro.
En fin! un restaurante con una carta muy reducida y con pocas alternativas... salmón ahumado/brasa, ensalada de tomate, setas con huevo y berenjenas con carne, dos arroces (que ni se acabaron!!), vino de la casa cobrado a precio de renombre!! y cervezas...con un surtido de postres 55€!! Un resultado normalito y caro...encima sin copa!!
Lo mejor...el resturante agradable y la compañía...eso nunca falla!...cena de colegas for ever!!
JF:
La velada empieza bien, el parking está pegado al restaurante. En la zona, oscura y poco agraciada. Una tímida llamada de aldaba abre una puerta en la que reciben como en casa. Literal puesto que toman mi abrigo y lo ponen en un armario de los de antaño justo en la entrada.
El comedor hace las veces de rincón de lectura y contemplación con una gran foto de los arrozales familiares que ofrecen la materia prima de la que se nutren las patellas.
Cervezas frías, de tercio, nada de barril. Servicio atento y explicaciones pertinentes. Se ve que se las han pedido muchas veces y ya no se les tiene ni que preguntar. Pero nos sueltan toda la retahíla de datos sobre la familia, la casa familiar, la idea, las recetas incluso con muestra en vivo de los aperos utilizados para su preparación… interesante, sí, pero quizás excesivo.
Menú degustación, entiendo que la mejor forma de entrar por vez primera a Casa Benigna. Así me lo tomo.
De los entrantes destaco dos: el salmón y las costillas. Mezcla a priori llamativa por lo de mar y montaña, pero que no hace sino sobresaltar las bondades de uno y de otro. Sabores intensos, con delicadeza y sutileza en boca a la hora de degustarlos. Todo un gusto.
Ordenamos un par de patellas (aquí se trata de hacer el arroz no en paella, sino en patella). Invento propio que permite hacer el arroz en tiempo y formas más parecidas a como se hacen las pizzas. La mecánica ¡no el sabor!
De bogavante una, con arroz basmati o asiático. De la tierra la otra, con arroz redondo, no recuerdo la variedad. Si no recuerdo mal, la autóctona de la familia. A mi entender, éste (a pesar de estar un poco entero) mucho mejor que el primero, al que no logro pillarle el punto. No hoy, sino cada vez que lo he probado. No le pillo la gracia al basmati, la verdad. Presentación impecable, pero sobró arroz. Para bien y para mal, no digo más.
Los postres no pasarán a la historia de nuestras cenas y aunque es cierto que el vino (el de la casa) se dejaba beber y que no pasamos sed, tampoco será recordado. Mencionar que tuvieron el detalle de invitarnos a una botella de champán (que no cava) y que además estaba bien frío.
Fue terminar de tomar la copa de rigor lo que nos dio pie a brindar, a esa hora ya sí, por mi 44 cumpleaños.
No se puede dejar pasar otro punto, el parking quedó a cargo del restaurante, esto sí que es diferencial.Terminando como es costumbre, en el Rowland con Nano y Chaflis.
Lo que no termina de cuadrar en mi opinión es el precio… es raro, porque no puedo decir que hubiese algo malo en ningún punto. Pero se me antoja 5 o 10 euros excesivo.
Lo mejor, la compañía (esto no cambia).
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